novena sesión: 17.11.09

Hola a tod@s!

¿Cómo os ha ido la semana? Espero que muy bien...

El ejercicio de esta semana consiste en continuar un microcuento.

A partir de un microcuento, continua la historia (50 - 80 palabras).

Principios de historias:

EJEMPLO:

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí”

Interpretaciones. http://es.shvoong.com/books/mythology/250394-el-dinosaurio/

Todavía estaba allí… donde quizá siempre estuvo, convirtiendo la imagen de un sueño en un reptil con peso y gravedad que mira con ojos de hambrienta insatisfacción. Quizá estaba allí el soñador que nunca quiso despertar. Quizá un sueño dentro de otro sueño. Quizá yo fui el Dinosaurio que no te dejaba dormir con su aliento cercano a tu cuello, limando sus pezuñas en las sábanas, esperando un descuido de tus párpados para saltar… para arañarte la espalda con cariño. Quizá haya más dinosaurios que esperan su oportunidad detrás de la puerta del armario o debajo de la cama. Su oportunidad de revivir su instinto de extinción. Para cada dinosaurio que ocupó tu cama siempre hubo un gracioso dispuesto a profanar un momento de ternura con una parodia absurda, como ese día que te despertaste sobresaltada porque habías soñado con dinosaurios y me encontraste ahí, a tu lado, durmiendo como un bebé. Te conmovió la ternura de la escena; los dinosaurios desaparecieron, te quedaste un rato mirándome y me hiciste esa foto. Fue el siguiente dinosaurio, al ver la foto y escuchar tu historia, el desgraciado que escribió esa frase detrás de la foto.

http://usuarios.lycos.es/encofratasparadise/cuentos_breves.htm

Microcuentos:

1. Cuando el dinosaurio despertó, los dioses todavía estaban allí, inventando a la carrera el resto del mundo.
2. Cuando enmendó, la herrata todavía estaba allí.
3. Despertó cansado, como todos los días. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima. Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías.
4. Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
5. -Quédate -le dije. Y la toqué.
6. -El hombre -enseñó el Maestro- es un ser débil. -Ser débil -propagó el apóstol- es ser un cómplice. -Ser cómplice -sentenció el Gran Inquisidor-es ser un criminal.
7. Encima de un enorme iceberg a la deriva por el Atlántico Norte, un señor de Cuenca, funcionario de correos, y un pingüino discutían por el precio de un sello. El debate era agrio, visceral, a cara de perro, y quizás hubiera durado días, meses, años. Pero el iceberg no.
8. Traedme el caballo más veloz —pidió el hombre honrado—. Acabo de decirle la verdad al rey.
9. Llevaba tantos días sin hablar con nadie ni oír las noticias que no podía saber que los servicios de limpieza de la ciudad estaban en huelga. Cuando saltó desde la ventana del octavo piso fue a caer sobre una montaña de bolsas de basura. y ni siquiera tenía las llaves de su apartamento.
10. Otra versión de la Odisea cuenta que la tripulación se perdió porque Ulises había ordenado a sus compañeros que se taparan los oídos para no oír el pérfido si bien dulce canto de las sirenas, pero olvidó indicarles que cerraran los ojos, y como además las sirenas, de formas generosas, sabían danzar...
11. Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.
12. Oriundo de Hamelínn, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado.
13. Los hombres salen del saloon y se enfrentan en la calle polvorienta, bajo el sol pesado, sus manos muy cerca de las pistoleras. En el velocísimo instante de las armas, la cámara retrocede para mostrar el equipo de filmación, pero ya es tarde: uno de los disparos ha alcanzado a un espectador que muere silencioso en su butaca.
14. La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de seda, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje, y al quitarle los lentes negros se quedó completamente solo.
15. Anoche en un bar, a tan sólo tres taburetes de mí, hallé al chico con el que cada domingo leeré el periódico en la cama. De repente entró una mala pécora y, con un beso, le hizo olvidar lo que en realidad deseaba: un hombre como yo.
16. Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza... - ¿Dónde está tu padre? – preguntó - Está en el cielo - susurró él. - ¿Cómo? ¿Ha muerto? - preguntó asombrado el capitán. - No - dijo el niño -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.